martes, 10 de noviembre de 2009

El Arte de resistir

Hay materiales como la cerámica.”Hija de la tierra y el fuego, del barro y los hornos”, que forman parte de nosotros mismos de nuestra evolución y nuestra historia. Porque sin su descubrimiento nosotros los homo-sapiens que hoy poblamos o superpoblamos este planeta, no hubiéramos podido probablemente ser tan sabios.
Su ayuda en la evolución de nuestra especie se debe a que nuestros antepasados pudieron crear a partir de la cocción del barro: Contenedores y Recipientes que les permitieron dar un paso adelante, realizar un cambio de vida en el nuestros antepasados cazadores nómadas se volvieron recolectores sedentarios.

Millones de recipientes cerámicos se hacen imprescindibles en una nueva sociedad, porque posibilitan la manera de guardar líquidos y alimentos.
Y así la cerámica, que soporta el fuego y conserva el frió, se convierte en el Envase ideal en el que durante millones de años generaciones de ancestros han guardado todas sus pertenencias.
Miles de formas: Vasijas, ánforas, urnas, cuencos…. Han sido recipientes de granos y perfumes, soportes de nuestras lámparas, han trasportado vinos y aceites, han hervido nuestros alimentos, adornado nuestras casas, marcado nuestro estatus, han servido de contrapesos evitando que se hundieran nuestros barcos, e incluso han sido las tumbas de nuestros hombres resguardando sus almas ante una posible eternidad.

Pero este material aquejado por dos achaque insalvables su peso y su fragilidad, ha perdido en nuestro siglo su misión más importante. Y el Contenedor de todo y de todos, no ha podido resistir la invasión de los plásticos, que actualmente ofrecen a los hombres ligeros envases de quita y pon, que generan toneladas de basuras pero tan prácticos y funcionales como nuestra actual forma de vida.

Y así con el paso del tiempo, aunque la cerámica no ha abandonado aún nuestro mundo, ni nuestro entorno, nuestras casas, ni nuestras calles. En gran medida, se ha vuelto inútil e inservible y relegada por tanto a la una misión que le queda a un material cuando pierde su función: El arte.

Recluida en escasas escuelas, que intentan no perder su tradición, transmitir sus técnicas y valorar su pasado. Agoniza sin aportación, en un mundo ingrato e incapaz de valorar lo que fue y lo que dio.

La Escuela de Cerámica de la Moncloa de Madrid, uno de sus pocos refugios, se resiste a morir, porque con ella morirán en nuestro país los conocimientos de su ciencia, perdiéndose una parte de nuestra cultura, de la que solo los museos darán testimonio de su existencia.

Pero que puede hacer un pequeño grupo de alumnos, amasadores de un barro sin porvenir y unos pocos profesores cuyos conocimientos no son vendibles y quedan fuera del Mercado.
Costosa e inviable de mantener por un Ayuntamiento endeudado, quizás cumpla pronto cien años con las puertas abiertas y las aulas cerradas, como se encuentra ahora, frente a la hipocresía política: SIN RESPUESTA.

Merche Muñoz Alguacil AA de la ecm*

1 comentario:

  1. Ana, este ES el sitio más bonito de Madrid. Precioso lo que dices y lo cual comparto. Lo único en lo que disiento es en lo de "´la crónica de una muerte anunciada". Depende de nosotros TODOS, los que estuvimos, los que están con la concertada a cuestas y TODOS los ceramistas y amigos que os apoyen, el que esta escuela SIGA siendo lo que ES para próximas generaciones. Un abrazo muy fuerte Ana y apoyanos haciéndonos fuertes con toda la gente que puedas!

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