"Nosotros tambien podemos" por Teresa Prieto (alumna de la escuela)

Después de haber vaciado las arcas municipales con una pésima gestión, en la que han primado los intereses de un Alcalde con delirios de grandeza, hoy contemplamos cómo el patrimonio cultural de Madrid se viene abajo: escuelas de música liquidadas, proyectos de derribo para los pabellones de lo que fue sede de la Institución Libre de Enseñanza, una sala de exposiciones del Ateneo convertida en bar, bibliotecas y centros de adultos cerrados por falta de dinero,  dejando en la calle a mucha gente a la que se le va a subir cada vez más los impuestos, dando cada vez menos a cambio. Suma y sigue…. La Escuela de Cerámica de la Moncloa, mi Escuela, también está sentenciada, como lo están tantos otros centros representativos de la herencia cultural madrileña.

No hay dinero para la cultura, aunque la cultura y formación, también crea y debe crear puestos de trabajo. Y no es por la crisis, porque lo habrá, sin duda, en algún momento, para seguir cambiando la imagen de Madrid a capricho del Alcalde, incluso cuando no esté justificado: lo habrá para seguir aspirando a unos Juegos Olímpicos que enriquecerían a unos pocos y dejarían enormes agujeros para el futuro; lo habrá para seguir manteniendo a amigos ineficaces en cargos bien remunerados y a 1.300 asesores de lujo, en despachos de alto standing. Lo habrá para construir una City  sin alma y sin sentido. Incluso lo habrá para las luces de Navidad de diseño, para una cada vez más ostentosa Cabalgata de Reyes y  para actos publicitarios efímeros, en los que se vende un tipo de cultura con más pretensión que autenticidad… pero no lo habrá para sembrar semillas de cultura, regarlas, dejarlas crecer y fructificar, ni para asentar los cimientos de una auténtica formación humanística y, desde luego mucho menos para la conservación de nuestro patrimonio intelectual …. Porque a los políticos siempre les ha molestado mucho que las personas sean personas y no simples borregos.

Si lo permitimos sin rebelarnos, veremos a Madrid convertida en un parque temático, con grandes espacios para el botellón y el consumo, pero cada vez más superficial, frívola y hortera. Una ciudad devorada por intereses mercantilistas, cuyos edificios más entrañables y emblemáticos podrán acoger, sin sonrojo,  hamburgueserías, discotecas,  comisarías o salas de masaje para ejecutivos Una ciudad con enormes aceras y grandes intercambiadores, pero sin espacio para ensanchar horizontes en el ámbito del pensamiento. Por eso resistir vale la pena. No es nada nuevo y no somos pioneros: muchos pequeños grupos de ciudadanos lo han hecho en innumerables ocasiones a lo largo de la historia. Y NOSOTROS TAMBIÉN PODEMOS.

Teresa Prieto

Alumna de la Escuela de Cerámica de la Moncloa.